A veces el regalo no es tan importante como la emoción que genera. No importa tanto su valor económico, sino su significado.
Y por eso, alrededor del regalo hay rituales, hay símbolos y hay gestos que comunican tanto como el regalo en sí. El papel, la cinta, la entrega, la expectación al momento de abrirlo, los ojos que se encuentran después de la sorpresa, el abrazo de gratitud y esa satisfacción que queda entre esas personas, porque se conectaron.
Cuando un regalo conecta así a las personas, sabemos que cumplimos con nuestro propósito y también celebramos nosotros.